El creciente aumento en el número de hogares con mascotas es evidente en la actualidad. Una encuesta realizada por el IBGE en 2013 identificó que el número de familias con mascotas ya había superado el número de familias con niños desde hace tiempo. Según esta encuesta, de cada 100 familias en Brasil, 44 tenían perros, mientras que solo 36 tenían niños. Y aunque no tenemos datos científicos recientes, el aumento desde 2013 hasta el último año es innegablemente notable. Sin duda alguna, el mercado de empresas especializadas en productos y servicios para mascotas ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años en el país. Pero la pregunta de muchos es: ¿Por qué las personas prefieren tener mascotas y cada vez tienen menos hijos?
Esta cuestión implica una transformación social, cultural y biológica que ha sido discutida por diversas áreas científicas. Es común escuchar como respuesta a esta pregunta que el amor de las mascotas es incondicional, que son más comprensivas y disponibles para brindar atención y que no hacen demandas. Desde el punto de vista psicológico, hay que considerar que las personas son cada vez más intolerantes.
Una gran parte de la población tiene una dificultad muy grande para lidiar con la frustración. Decepcionarse parece ser mucho más doloroso actualmente. Entonces, a menudo se escucha como respuesta a la pregunta anterior que, con la mascota, hay menos posibilidad de decepcionarse, que es más leal y que es más fácil saber qué esperar de ella; mientras que prever los problemas que un hijo puede traer cuando crezca es casi imposible.
Sin duda, las personas están cada vez más preocupadas por los gastos y las cuestiones financieras. Hay una mayor preocupación por ahorrar para el futuro. Las prioridades de las personas parecen haber cambiado. Las mujeres priorizan la carrera. Las parejas priorizan la libertad, los bienes materiales y los viajes. Muchos argumentan que criar mascotas es más barato que criar hijos.
El abandono es uno de los primeros sentimientos que el ser humano, aún bebé, aprende a manejar cuando se ve obligado a abandonar la comodidad y la seguridad del vientre materno. Y el abandono también es uno de los dolores más profundos que el ser humano lleva a lo largo de su vida y que cada vez intenta evitar más. Cualquier persona puede abandonarte; hijo, esposo, amigo… De ahí viene el argumento de que la mascota nunca abandona a la familia.
Además, no es raro escuchar la justificación de que “es más fácil lidiar con animales que con personas”. Esto, junto con todo lo anterior, enfatiza que las relaciones sociales se están deteriorando. Hay una falta general de paciencia para resolver conflictos y una preocupación cada vez mayor por uno mismo, hasta el punto de que las personas están menos disponibles para los demás. El cariño, los abrazos y el afecto se han vuelto más escasos. Ante todo esto, debemos preguntarnos: ¿Cómo funcionará la sociedad dentro de 50 años? ¿Qué tipo de estructura emocional dejaremos como legado a las futuras generaciones? Las mascotas son, sin duda, fuentes de amor y excelentes compañías, pero ¿hasta qué punto deben servir de sustitución para la ausencia de relaciones humanas?
Thais Clemente